Decepción es la palabra que engloba lo mostrado ayer martes por la selección chilena, tras haber igualado a un tanto ante la selección boliviana.
Sé que muchos intuían como iba a hacer el encuentro; tampoco hay que ser lo bastante inteligente o sabio para entender que Bolivia llegó al reducto de Las Condes con el fin de obtener un punto y mantener un juego defensivo.
Lo más deplorable, fueron las constantes perdidas de ocasiones, las cuales, mantuvieron el marcador igualado. Son esas situaciones que ponen en jaque a los actuales seleccionados.
Entonces, surgen variadas interrogantes, tales como: ¿Qué le hace falta a la selección?, ¿delanteros?, ¿Una mayor estrategia ofensiva?, ¿Más capacidad de reacción?, ¿Intuir posibles jugadas?, ¿¡Qué!?
Para muchos, lo que hago se considera: <<hacer leña del árbol caído>>. Y quizás sea verdad, guiado por la bronca de haber sentido que se tenía la victoria en las manos y haberla desperdiciado.
La selección actualmente tiene 6 puntos y aún se encuentra en la zona alejado de los puestos de mundial.
Ahora se viene La Copa América, torneo que le ha dado muchas satisfacciones a la roja. Quizás sea dicho torneo la consagración de esta selección para generar más confianza, conocimiento, familiaridad y por sobre todo “juego”. Y es que es necesario que los jugadores se conozcan y sepan sus fortalezas y debilidades, porque al parecer eso es lo que falta.
Con respecto a mi análisis, aquí les va:
Quiero destacar el buen trabajo que hizo Meneses, siempre estuvo iniciando jugadas, manteniendo un mismo ritmo de juego, recuperando, asociándose con Alexis, buscó instancias de remate, en fin. Buen trabajo de Meneses, en mí análisis lo considero lo bueno del encuentro.
En cuanto a lo malo, yo quería decir la defensiva estrategia de Bolivia, pero, creo que ellos lo hicieron bien, y eso hay que destacarlo. Por lo que, sólo diré que lo malo fueron las varias ocasiones desperdiciadas por los seleccionados nacionales.
Y en referencia a lo feo, yo señalaré a nuestro capitán Claudio Bravo. Y es que echarle la culpa al árbitro del penal (que estuvo correcto) es sólo no ser autocritico del mal desempeño de los jugadores.
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