El fútbol ya se ha hecho presente en muchas partes del planeta, a pesar del confinamiento que genera esta pandemia. Y si bien, podemos disfrutar desde la comodidad de nuestros hogares. La verdad es, que no es lo mismo presenciar un encuentro futbolístico de la misma manera. Al menos yo, me considero un romántico de los tablones. Eso quiere decir, para aquellos que no están muy ligados al fútbol, estar en presen cia en donde rueda el balón. Lo que estoy diciendo, es que extraño ir al estadio, extraño sentarme y vivenciar a unos cuantos metros como los jugadores se esfuerzan por lograr una victoria; extraño tener en mis manos una entrada, ingresar a un recinto en dónde los colores cobran gran importancia; extraño sentarme juntos a gente que si bien son desconocidas para mí, nos volvemos poco más que parientes vinculados a un equipo de fútbol; extraño escuchar los cánticos vitoreados al unísono; extraño ver las banderas, los globos, los lienzos.
Puede que suene bastante romántico y cursi por lo que digo, y la verdad es que el fútbol provoca eso, un romanticismo poco entendible para muchos. Es una sensación de pasión combinada con euforia generada solo por este deporte y lo que implica para muchos.
El tiempo dirá cuándo podremos volver a los estadios y ver la pelota rodar en el lugar mismo.
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